La Historia: maestra de malos alumnos
Se dice, y en mi opinión se dice mal, que el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra. Pues no, no estoy de acuerdo. Ojalá tropezáramos sólo dos veces. La realidad es que lo hacemos muchas más. Mientras que los animales tienen desarrollado un instinto que les protege de caer en muchos males, los hombres parece que sólo desarrollamos nuevas formas de caer en los mismos errores generación tras generación. Ahora somos más sofisticados. No tiramos a los recién nacidos por la ladera de un monte sino que los aniquilamos mientras están en el seno de sus madres. No usamos el veneno para cambiar de César sino que con gusto aceptamos democráticamente el veneno que el César nos introduce en nuestras leyes, usos y costumbres. En España, por ejemplo, desenterramos muertos que sólo desean que les dejen descansar en paz para poner en marcha mecanismos de resentimiento y odio que sólo pueden llevarnos al abismo que condujo a esos mismos muertos a sus respectivas tumbas.
No hay peor memoria que la selectiva, que la egoísta, que la que sólo quiere recordar aquello que le interesa para fines que por lo general son bastardos. Prostituimos la historia como si fuera una fulana que vende sus encantos por unas pocas monedas. Mas la Historia, con H mayúscula, es una verdadera maestra si realmente estamos atentos a sus lecciones magistrales que nos avisan del peligro al que nos abocamos si insistimos en repetir, punto por punto, los errores de nuestros antepasados. Lástima que seamos tan malos alumnos.
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