Wednesday, February 24, 2010

El velo del 11-M no es islámico

El 11 de marzo del 2004, España fue víctima de un atentado que habría de cambiar su historia. Doscientas personas fallecieron y varios centenares más resultaron heridas al explotar varias bombas en los trenes de cercanías que llegaban a la estación madrileña de Atocha.  Lo que ocurrió en los siguientes días lo sabemos todos y no creo que haga falta que lo describa en detalle. Una parte importante del pueblo español cambió el voto en las elecciones del 14 de ese mismo mes de marzo. Y ese cambio acabó con el PSOE de Zapatero en el poder. Un Zapatero con un plan de transformación social y político de España, que de no ser por la actual crisis económica, podría prolongarse durante 4-5 legislaturas.

Desde un primer momento estuvo claro que no era un atentado “normal”, si es que se le puede llamar normal a cualquier atentado. Ni seguía el patrón de los atentados islamistas, pues no había suicidas, ni parecía propio de Eta, por mucho que un comando de la banda armada fuera pillado días atrás llevando una gran cantidad de explosivos a Madrid. Sólo los que sospechamos –o más bien sabemos-, en base a datos y confidencias muy concretas, que Eta estuvo detrás de la “caída” de un avión de Iberia –en el que iba mi padre- en el Monte Oíz, el 19 de febrero de 1985, podemos creer sin mayor problema que la banda nacional-terrorista vasca es capaz de buscar masacres de ese tamaño.

La investigación del 11-M fue un cúmulo de despropósitos. El juez del Olmo consintió en que los restos de los trenes fueran destruidos sin ser analizados en detalle. Ese fue el primero de una serie de errores, que  a mí me cuesta creer que fueron bienintencionados, que  acabaron desembocando en un juicio donde, ahora lo hemos sabido, otro juez, Gómez Bermúdez, tomó el pelo a las víctimas y a todos los españoles. Y digo que nos tomó el pelo por no decir algo más gordo que me cree problemas con dicho juez. Pero tras ver el vídeo de los peritos que analizaron los explosivos de los escasísimos restos del atentado, sólo puedo pensar que el calvo con toga que presidía el tribunal del 11-M se acojonó y prefirió mirar para otro lado, ante la posibilidad de tener que poner en la calle a todos los acusados y, en buena lógica, ordenar una nueva instrucción de todo el proceso. Lo que ya no sé es si el acojone le vino a él solito o si alguna instancia superior se lo “provocó”.  Sea una u otra razón, si a Bermúdez le quedara un mínimo de dignidad humana, no digo ya profesional, debería de retirarse de la circulación. Y, por supuesto, tendrá que bajar la cabeza cada vez que se encuentre con una víctima de aquel atentado.

Seguimos con la duda de quién provocó el 11-M. Ahora bien,  muchos ya no dudamos lo más mínimo de que el Estado ha hecho todo lo que está en su mano para evitar que se sepa la verdad. Que no se sorprendan si somos también muchos los que creemos que esa verdad apunta con el dedo acusador a ese mismo Estado, cuyas cloacas, gracias a la irresponsabilidad de Aznar, seguían contando con algunas de las mismas ratas que años atrás se habían dedicado a la guerra sucia contra Eta y a la malversación de fondos. Es posible que la mayor parte de los españoles, aborregados y sólo preocupados por la crisis económica, no quieran saber lo que ocurrió en esa mañana de invierno en Madrid. Pero la verdad es una señora que tiene la “puñetera manía” de salir a la luz cuando más incómoda resulta. Esperemos que en esta ocasión logre librarse del velo que la oculta. Un velo, dicho sea de paso, no islámico. Y si lo logra, será gracias al papel de unos medios de comunicación –muy pocos, por cierto-, que demuestran servir mejor a España que el resto de las instituciones del país.

Luis Fernando Pérez

1 Comments:

At 1:34 PM, Anonymous Anonymous said...

En efecto LF, poco tuvieron que ver los islamistas. las cloacas del gobierno están llenas de ratas perversas, traidoras y malditas. Pero por desgracia en España existe un grupo de descerebrados borregos cada vez con menos dignidad.
La España de hoy es primera en drogas primera en abortos primera en frivolidades y única en traición

 

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