Sunday, May 16, 2004

Foros, chats, listas de correo y otras hierbas

Siete años de presencia en Internet dan para mucho, especialmente si, como es mi caso, el internauta es de los que está conectado a la red varias horas cada día. Durante todo este tiempo puedo decir que he hecho en la red prácticamente de todo menos concertar una cita a ciegas para mantener una relación apasionada de una noche. Confieso, sin embargo, que he podido darme cuenta de lo relativamente fácil que es establecer una relación personal con una persona del otro sexo que, si se prolonga en el tiempo y no se toman medidas, puede acabar con un matrimonio incluso aunque éste no pase por dificultades. Y es que la red consigue algo que en la vida diaria no siempre se logra entre seres queridos: comunicación y diálogo. Esto tiene una explicación fácil. Si tú te sientas con una persona en una misma habitación puede que hables con ella o puede que no, pero si entras en un chat de Internet o, sobre todo, usas habitualmente uno de los programas tipo ICQ o Messenger, lo normal es que acabes siempre hablando con el que tienes al otro lado de la pantalla. Es posible que haya personas que entran a los chats sólo a leer lo que dicen los demás pero no es lo habitual. De hecho para muchas personas es más fácil comunicarse con los demás de esta manera que no personalmente. Eso está creando no pocos problemas de personalidad en individuos inmaduros y también en adolescentes pero me temo que poco se puede hacer para impedirlo. Debemos aceptar el hecho de que Internet cambiará y moldeará nuestra sociedad occidental de forma tan radical o incluso más que lo que consiguieron la radio y, sobre todo, la televisión.
En cuanto a mí, no soy una persona partidaria de entrar en chats masivos. Nunca me han gustado porque suelen ser como un gallinero donde se ha introducido a una zorra. A pesar de eso, hay personas que hoy son muy importantes en mi vida a las que conocí en un chat, como es el caso de mi director espiritual, el padre Joaquín Climent, que se convirtió en padrino de mi confirmación cuando recibí ese sacramento al poco de regresar a la Iglesia Católica. Con todo, han sido los foros donde he conocido a más personas con las que todavía hoy mantengo contacto "virtual" y no tan virtual. Fray Nelson Medina O.P, el padre Guillermo Juan Morado, Antonio, Arturo, Isaac.... la lista es larga y para mí muchos de ellos son ya auténticos amigos, dentro del límite que la propia red pone a eso tan bello que es la amistad humana. Hace años la mayoría de mis contactos eran protestantes. Hoy tengo bastantes más contactos católicos. Y creo que sólo uno es no cristiano: un chaval llamado José al que contacté bajándome un mp3 con el edonkey. A casi todos ellos los conocí a través de los múltiples foros religiosos en los que he participado. Me acuerdo lo mucho que me hizo reír Fray Nelson cuando hace años me llamó "forum-man", pero no le faltaba razón. Miles y miles de horas y de mensajes he dedicado estos años a debatir sobre doctrinas, citas, políticas y movidas personales. Las listas de correo tienen un funcionamiento que se puede considerar similar a un foro pero en mi opinión no enganchan tanto como un buen foro. Otro día intentaré contar lo que he vivido en cada uno de esos foros en los que he dejado tanto tiempo de mi vida. Lo que sí puedo decir es que, curiosamente, cada foro tiene su propia personalidad, marcada más por el tipo de foristas que participan que por la actitud de sus moderadores, aunque dicha actitud también puede moldear en buena medida el transcurrir de la vida de un foro.
También creo necesario hablar sobre el papel que la red de redes puede tener en la vida de la Iglesia y su labor evangelizadora. Pero eso será en otro momento.

En otro orden de cosas, hoy hemos ido a visitar al Lolo al hospital. Tras varios días de mejora evidente el hombre ha sufrido una ligera recaída más producida por trastornos intestinales que por la neumonía que padecía cuando ingresó. La verdad es que da bastante angustia el ver lo fácilmente que cualquier tontería puede llevarse por delante la vida de un anciano pero.... de barro somos. De momento le doy gracias a Dios por habernos permitido volver a verle y ojalá nos siga regalando meses de su vida.

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