Cual búho despistado
Hace cosa de siete u ocho años entré a trabajar en Servimax, filial de la empresa Prosegur, donde permanecí cerca de dos años. Todo ese tiempo desarrollé mi actividad laboral, que consistía en llevar efectos informáticos bancarios de acá para allá, en horario nocturno. A decir verdad, le cogí el gustillo a ese horario porque yo siempre he sido una persona que he tendido a trasnochar. Lo que ocurre es que semejante circunstancia ayuda muy poco a la convivencia familiar porque no sólo cambia mi ritmo de vida sino que altera el de los demás, que han de tener especial cuidado en casa cuando yo duermo durante el día.
Desde septiembre del año pasado he vuelto a trabajar en horario nocturno. Hay alguna diferencia ya que ahora me toca trabajar una semana entera, de miércoles a martes, y luego libro tres días, para trabajar el fin de semana siguiente en horario diurno, y a continuación libro otros dos días. A partir de ahí se repite el ciclo. El problema está en que una vez que cojo el hábito de dormir por el día y estar despierto por la noche, no lo cambio en los días de libranza. Desde luego hoy duermo menos que hace diez años y con seis horas diarias me puede servir para estar más o menos descansado pero a pesar de ello, la verdad es que, por mucho que personalmente me sienta cómodo con este ritmo de vida, entiendo que afecta demasiado a mi familia. Por eso sería una bendición que el Señor me consiguiera otro trabajo que me permitiera dormir a la hora que todo el mundo duerme en casa.
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